En los proyectos grandes, normalmente al finalizar el diagnóstico se cuenta con varias alternativas de solución.
En la formulación se deben describir todas ellas, centrándose en sus especificidades y diferencias, para luego, en la evaluación ex-ante, decidir si se realiza o no el proyecto y, en caso afirmativo, cuál de ellas implementar. Finalmente, en la programación se profundizan los detalles organizacionales, administrativos y presupuestarios.
En los proyectos pequeños, que concursan entre sí por financiamiento, en el marco de un programa del tipo Fondo de Inversión Social (FIS), u otro, suele formularse sólo una alternativa por proyecto.
En la evaluación ex-ante se decide cuál o cuáles implementar, sin tener la posibilidad de realizar ajustes posteriores, pues el financiamiento se asigna contra la formulación. En dichos casos se hace necesario que esta sea más detallada, incluyendo elementos de la fase de programación.
Cabe recordar que mientras más preciso y exhaustivo sea el trabajo en esta fase, más fácil y menos riesgosas serán las decisiones que posteriormente se tomen.
Esta etapa y las subsiguientes son complementarias. No se puede diseñar adecuadamente un programa o proyecto sin conocer la forma en la que será evaluado. En caso contrario la evaluación puede ser un intento fallido y la formulación un trabajo inútil.
Por lo tanto, antes de iniciar la formulación se debe especificar la metodología con la que se decidirá su aprobación o rechazo, en la evaluación ex-ante, o se determinará la calidad de sus resultados, en la ex-post…….. leer todo el articulo.
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